domingo, 21 de agosto de 2016

Poesía para jóvenes


Poema No. 6  Al salir la Luna

Despertó, el espacio parecía una explosión: colores
aquí, simple luz allá.  Estrellas.

Para el joven, entender la existencia de sistemas, de 
algo más, era importante.

Estaba la Tierra, finito ser.  Los espacios de oscuridad 
no eran un problema: la luz solar daba energía.

Ese universo era perfecto, lástima... era un sueño.

Al observar el techo plano sintió la necesidad de
mirarse en un espejo.   Salió de la cama y buscó su
reflejo.   Ojos despintados y tristes, extremidades
perforadas.   Sus hombros estaban expuestos al frío y su
piel parecía estar siendo absorbida  por sus huesos.  Era
todo lo que no encaja en un sistema y lo contrario al 
amor.

Entendió que no podía seguir esperando.   Cuando
durmió la luz inundó todo.   Se puede decir que todo
comenzó al salir la Luna.


Poema No. 7  Las tortugas

                                                        No sólo escribo, también estudio...

Nubes. Son lo que predomina al momento de comenzar:
presagio de lluvia.   Las calles se encuentran repletas y 
las voces van más allá del espacio.  Conforme se
acercan, el joven percibe eco de queja.

No es una escena triste: la música vive, el amor y la
unión se manifiestan.   Bebés, jóvenes, hombres,
mujeres y ancianos.

Sostenida en mano, negra y con manchas rojas, la 
bandera irrumpe para dar seguimiento a la caminata.

El pecho del joven, y sin duda el resto de los
presentes, se contrae al ver pancartas con mensajes
sobre las tortugas.

Los hombros de la multitud se balancean y el reflejo --
mediante cristales de edificios -- se combina con los
cabellos azotados por el aire.   Los pasos, los respiros y 
las lágrimas dan esperanza a la posibilidad de vida.

De repente, cuando los pensamientos se pierden, un
"no está lloviendo, el cielo está llorando" se extiende.

Llegado al punto de encuentro, las voces cesan.
Sombrillas negras al frente y multicolores atrás. 
"... vivos los queremos."   Más lluvia, mas lágrimas, pero
más lucha.

Se pronunciaron, con voz cansada y fuerte, los discursos
principales.

El joven, al salir, esquivó varios grupos: religiosos, 
indígenas, policíacos.   Las calles ya estaban bloqueadas
con paredes de hierro y hombres vestidos con ropa azul 
plomo.  Pero, incluso después de las barreras, los árboles
destacaban.

Al cruzar, el aire contaminado liberó varias de las 
hojas secas que en los majestuosos árboles descansaban.
Se formó un remolino, uno de más de cuarenta y tres hojas
porque nuestra historia como humanidad es finitamente
larga e infinito número de seres ha muerto.

Hoy... el canto de "ni perdón ni olvido" ha de perdurar.


Poema No. 8  Día

Desperté y el mundo ya iba de cabeza, ¿o yo iba de cabeza
y el mundo se burlaba?

Estaba despierto con los ojos cerrados.   Veía pero no
distinguía figuras ni colores.   Alimenté mi energía con
frío y temblores constantes.

Salí incompleto. Abandoné el área.   Afuera los árboles
adelgazaban para perderse en la velocidad.

Al final... ya estaba aquí: sentado, escribiendo.


Poemas extraídos del libro Explosión, del escritor André Vélez Montiel




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